¿Te has detenido a pensar alguna vez, amigo Sancho, en que la gente vive demasiado distraída buscando cosas grandes y se pierde los pequeños detalles? Yo también lo he pensado, porque yo me he perdido muchos. Pero hay algo que me inquieta más, y es el hecho de que la vida hoy está diseñada para vivirse de una manera fija, monótona, sin variantes, regular... casi con código de barras.
Dentro de las cosas que caracterizan a este tipo de vida, se hallan las preguntas de respuesta estándar, esas preguntas que hacemos nada más por costumbre, por mero protocolo, o simplemente para iniciar una conversación. Se asemejan a la cortesía del "hola", "adiós", "que le vaya bien". Algunas de estas preguntas -las más frecuentes, de hecho- son: "¿qué has hecho?", "¿y la familia? ", "¿Cómo te va?".
Si te detenés a pensar, hermano, cada una de estas preguntas se hace esperando que los demás nos respondan de la misma manera siempre: "nada, lo de siempre", "todos están bien", "estoy bien". Pero la gente no comprende al parecer la importancia que pueden tener estas preguntas, ni el impacto que pueden provocar en quienes son interpelados. Es una cuestión interna... pero sigue estando ahí.
Normalmente, si anda todo normal y monótono como siempre, respondemos rápidamente, sin pensarlo, por impulso "está todo bien". Pero, ¿qué ocurre cuando estamos pasando por graves problemas o disgustos? Ya ves, amigo Sancho, en esas ocasiones esas preguntas nos obligan a preguntarnos a nosotros mismos en cuestión de segundos "¿cómo estoy yo?", y la mayor parte del tiempo, respondemos que todo está bien, todo para no causar preocupación al romper el esquema.
¿Has preguntado alguna vez a alguien cómo está y te ha respondido que está mal? ¿Su respuesta te tomó desprevenido, verdad? Inmediatamente surge la preocupación en vos y vienen las nuevas preguntas que no tenías planeado hacerle: "¿Por qué'", "¿qué te pasó?". Y tratamos de animar a la otra persona. Pero el ser humano siempre trata de no provocar este tipo de sentimientos en los demás, y busca la soledad en sus momentos difíciles.
Y como te decía, la gente vive muy ocupada, tratando de reaccionar en su propia medida a la gran cantidad de información que recibe cada día, por eso ha creado este tipo de preguntas y respuestas, para poder darse algo de ánimos en el camino. Sin embargo, hemos descuidado tanto esto que ya no nos preguntamos nosotros mismos cómo estamos, hasta que al fin aparece alguien que nos cuestiona, y entonces recordamos que nuestros sentimientos estaban ahí.
La próxima vez, amigo, que le preguntés a alguien cómo está, no lo hagás muy rápido, hay que hacer un énfasis. Quizá entonces te toque consolar a alguien, y habrás sido de más ayuda que los que preguntaron apresuradamente. Ayuda, amigo Sancho, a arar el alma de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario